domingo, 10 de abril de 2016

La que sigue aquí, la que nunca se fue


Tomábamos una taza de café con mucha, mucha crema. Llegué a su casa a las 9, y cuando revisé el celular, ya eran las 1 y media de la mañana. Es que era demasiado tiempo sin hablar, lo cual no es sinónimo de no querer vernos. En realidad, volver a verla y conversar todo lo conversable en el mundo era una deuda conmigo mismo. Creo que a ella igual le pasaba eso. Conversamos de todo. Me contó sus dramas, su vida allá en el campo, sus peleas con los latifundistas que se quieren robar sus tierras, su visión del mundo, su metamorfosis como ser humano. Yo le conté también cosas mías. No tantas, claro. Yo soy así.

"Cuéntame tus sueños", me dijo. Le conté el último, ese que me ha tenido semanas tratando de darle una explicación. Su diagnóstico fue claro: "hay una energía ajena a tu familia en tu casa y debes sacarla de ahí. Por eso, al final luchas con la escoba contra esa mancha negra". Siempre tuvo ese don de ver lo que el resto no ve, sentir lo que el resto no siente y adelantarse a lo que el resto aún no vive. Para ella, es un don un poco maldito, porque a través de él, es consiente de la hipocrecía de la gente. Muchos le tienen miedo. En torno a ella, ha crecido una especie de leyenda negra. "Es como defenderte sin defenderte, así los huasos culiaos no te huevean tanto", le digo. Ella solo sonríe y me mira largamente. Y yo me derrito. Leyenda negra, maldición heredada de sus abuelos... no se. Para mi sigue siendo la de siempre. La de los guitarreos de Silvio en los recreos del liceo, la de los cassettes de Ismael Serrano, la de la batucada... la de la belleza indómita hoy vestida con ropas mapuches, asumiendo completamente su condición de mujer de la tierra .

Es la mujer más libre que he conocido en mi vida. Cada célula de su cuerpo es de una honestidad brutal. Cada ropaje, cada gesto, cada silencio, incluso, es coherente con ella. Cuando la gente descubre realmente quien es, dice, es realmente libre. "Así te traten de hueona loca o de bruja. Soy mapuche y que tanta hueá". ¿Puede una persona espantar espíritus malignos sólo con la promesa de ir a la casa en cuestión a hacer un zahumerio? Al menos, puedo asegurar que las malas vibras de mi casa ya no se manifiestan tan fuerte desde esa noche. Sólo una palabra tuya, bastará para sanarle, le decía un general romano a Jesús, y el enfermo se sanó. Pero Jesús no me consta que haya existido alguna vez, y ella está ahora enfrente de mi, en carne y hueso hablándome de mis ancestros, de que ellos dirigían el rumbo de mi vida, y que ya era hora que comenzara a investigar acerca de mis raíces. Que me sorprendería.

Si, estimada, estoy contigo cuando dices que el mundo es una real mierda. Que quizá, mejor no cultivar relaciones profundas que luego te puedan herir. Que lo único fructífero y esperanzador era educar a los niños desde la rebeldía. Que nuestra generación ya no cambió nada. Pero entre medio de tanta mala onda, que bueno fue haberte vuelto a ver. Que bueno saber que aquella loca que leía mis pensamientos incluso antes de verbalizarlos, que entendía mis arranques de soledad y compartía mi rechazo hacia cualquier símbolo de autoridad, aún está aquí, ahora convertida en un ser místico. Me contaste un secreto. Y vaya que secreto. Claramente ni siquiera aquí, en este blog, lo voy a revelar, porque es algo demasiado trascendente. Se que en un tiempo más ya habrás completado tu metamorfosis. Cuando ese momento llegue, quizá cobre sentido el hecho de haber sido yo quien escuchó aquel secreto, y honéstamente, no se si pueda responder íntegramente a esa tremenda responsabilidad.

Lo único cierto, por ahora, es que en un par de semanas más, iré a tu casa, en el campo. E iré como un soldado a la trinchera. Esa trinchera que te dejaron tus abuelos y que defiendes con uñas y dientes ante el asedio del latifundista usurpador. Estás sola allá, con tus hijos, y necesitas compañía. Llevaré varios libros para tu biblioteca. Enseñarle tu misma a tus hijos, renunciando a las escuelas es, en cualquier parte del mundo, una tarea titánica. Iré a tu casa con mi guitarra y tocaré Silvio mientras tú trabajas la tierra. Órdenes tuyas. Mejor no contradecirlas. Y tengo la sensación que estando allá descubriré cosas de mí que ni siquiera yo aun sé. Quizá mis ancestros me llevaron otra vez a cruzarme contigo en mi camino.

Pues entonces viene siendo la hora de que me empiece a sorprender.

jueves, 24 de marzo de 2016

Relato de un sueño


Hace un par de dias, tuve un sueño. No se si definirlo como pesadilla, pero me ha dejado pensando todos estos dias. Y es que vengo de hace bastante rato, yo diría un par de años, sufriendo de la llamada parálisis del sueño, esa que hace que creas que hay alguien dentro de la pieza cuando estás durmiendo con la luz apagada y que quiere hacerte daño, y no puedes moverte y te desesperas. Y crees que gritas con toda tu garganta y en realidad no te sale ni un solo sonido de tu boca. Y piensas que aquel fantasma que no ves, pero sientes mirarte, te va a abducir y te va a exiliar a otra dimensión.

Pero esta vez no se trataba de eso. Tuve un sueño con principio y fin. Empezaba en el nuevo colegio en donde estoy haciendo clases. La sala era completa de madera y estaba llena de alumnos, o no se si habrán sido alumnos, pero era gente. O más que gente, eran sombras que me miraban. Lo extraño es que había un pizarrón, de esos antiguos, de tiza. Pero yo escribía en las paredes. Escribía y escribía y lo que escribía se iba borrando casi automáticamente. Entonces notaba que los oyentes en la sala no estaban pendiente de mi, sino que de algo que pasaba afuera y que nadie me decía que era. Luego entran unas personas con cafeteras y tazas. Lo realmente extraño es que las cafeteras tenían caras humanas, de diferentes aspectos, diferentes gestos y expresiones y estaban como maquillados estilo payasos del circo Du Solei. La gente toma café y los que sirven van con sus cafeteras por todos los lados. Yo extiendo mi taza para que me den café y nadie me pesca.

Luego, recuerdo creer tener conciencia de que todo era un sueño, porque intenté despertar, pero no podía. Seguía metido ahí, en ese mar de gente tomando café. Pero en un instante, me veo solo en una pequeña pieza con apenas luz conversando y tomando tragos con un profesor de mi etapa de educación media, que hacía Historia y Geografía. Recuerdo siempre a este profe, porque tenía una parada según él muy irreverente y revolucionaria. Tenía fotos de Allende y el Che Guevara en su sala y un dibujo de Latinoamérica con varias banderas de EEUU enterradas en ella y desangrándola, estilo portada de Las Venas Abiertas de América Latina. Sabía mostrarse como todo un guerrillero. Postura que para mi no fue más que un burdo disfraz de papel lustre para ocultar si whiskierdismo: posteriormente se unió al comando de MEO y cuando el 2012 la nueva directora del liceo despidió a varios profesores que apoyaban al movimiento estudiantil, guardó un impune, asqueroso y cobarde silencio. Incluso discutí una vez con él por facebook por ese tema.

En fin. Me llamaba la atención estar con este tipo tomando y riéndonos a carcajadas de no se que. Eran carcajadas enormes, casi de locos desenfrenados. Creo que pensaba en si todo lo que estaba pasando era real. Pasó el rato y el profe salió de la pieza por una puerta y lo seguí y lo perseguí por una oscuridad tenebrosa. Pronto me di cuenta que estaba en el living de mi casa, y era de dia, pero estaba todo muy oscuro. Y me desesperaba, porque el profe había desaparecido y me encontraba en una ciudad a pleno dia, pero en tinieblas. Y sentía un tremendo miedo y esa sensación en el estómago que te da cuando sientes que eres ajeno a ese momento. Como si ni tu cuerpo ni tu casa fueran tuyas.

Luego de eso, me vi en mi pieza. Identifiqué mi lámpara regalona, esa que me compré en Valdivia en una venta de garage a 5 lucas. Estaba prendida y todo lo que estaba fuera de esa luz estaba en una oscuridad negra. Negrísima. Y reconozco mis libros en mi escritorio. De pronto, con una escoba, me veo como en un ataque de ira destruyendo todo lo que había en mi pieza. Rompo cuadros, ventanas, vasos, libros... de manera incontrolable. Es aquí cuando de la misma negrísima oscuridad sale una especie de mancha que agarra la escoba y comienza a forcejear conmigo. Yo lucho para que la suelte y trato de pegarle, pero la mancha me detiene cada golpe que le doy. Luego, me obliga a sentarme en mi cama y entonces me veo cada vez más tranquilo, junto a la mancha, que pareciera no querer irse de ahí hasta que me calme.

Y luego desperté sobresaltado. Pero me impactó tanto el sueño que agarré el notebook y describí en una hoja de word todo lo relatado para que no se me olvidara, porque bien saben ustedes que uno sueña un millón de cosas siempre y no de todos los sueños uno llega a acordarse permanentemente. Luego estuve como una hora pensando, hasta que volví a dormirme, pero esta vez no soñé nada.

He pasado estos dias contando mi sueño a diversas personalidades de mi entorno cercano y a todos les ha interesado escucharme. Y todos han tratado de dar sus interpretaciones. Una amiga me habló de inseguridad como docente, que yo era buen profe, pero no me la creía. Otro amigo me habló de mis abuelos muertos. Otros, más pragmáticos, me han dicho que me calme. Que a veces los sueños son fragmentos de recuerdos de cosas que pasan durante el dia. Pero no me convence aquello. Una amiga, por otro lado, me recomendó que me viera el tarot, pero con cartas españolas, porque según ella, son más específicas y asertivas que las otras. Pero he escuchado algunas historias de lecturas de cartas españolas que realmente dan un poco de susto.

Y sigo sobresaltado. Acepto interpretaciones, si alguien se atreve a hacer alguna. Cada vez creo más en estas cosas esotéricas como la interpretación de los sueños. Yo creo que algo me quiere decir mi subconsciente y es urgente saberlo.

Pero igual da miedo.

jueves, 4 de febrero de 2016

Cómo morir


Mi abuelo se está muriendo. Está internado en el hospital de Valdivia después de un ataque que tuvo al cerebro que no se bien como explicar porque no soy médico y de todas formas poco importa. Porque lo importante es que pronto va a morir y eso ha producido el cisma correspondiente en la familia. Porque por mucho que mentalmente nos viniéramos preparando desde ya hace algunos años para aceptar este momento, la partida del mayor de la familia si o si traerá los coletazos que en mayor o menor medida en todas las familias se producen: disputas por herencias, casas, hijas no reconocidas, rencillas del pasado... etc. Es algo inevitable, para lo cual no se si mi mamá y sus hermanos están preparados.

Pero mi abuelo aún no muere y está internado, como dije, en el hospital. Mis primas han ido a verlo a la sala en donde está su cama, inconsciente y lleno de todo un aparataje clínico y me han contado los detalles, y para mi, son más que suficientes. No he ido a visitarlo y creo que no lo haré, porque no quiero verlo lleno de tubos postrado en una cama. No quiero que ese momento sea el último recuerdo de él "vivo". No es un recuerdo digno de la persona que fue en el pasado. Aquella persona que combatió a la dictadura de frente, mientras otros se escondían en las embajadas. Aquel que en los momentos de mayor miedo prestó su casa para que militantes del MIR en clandestinidad planearan la resistencia. Aquel que iba a dejarle alimentos a la cordillera a los guerrilleros de Neltume. Aquel que fue uno de los primeros que se atrevió a discursear en público cuando comenzaban las protestas nacionales. Aquel que me regalaba dulces cuando era chico y cuando grande, expresaba siempre el orgullo que sentía por la persona en que me convertí. Por respeto a él y porque no quiero sentir más pena, no iré a visitarlo y me quedaré, como último recuerdo, con el almuerzo en el mercado que tuvimos junto a mi mamá, en donde se rajó con unos caldillos de congrio y una cerveza artesanal de un sabor exquisito.

Pero también no iré porque no me gustan los hospitales. Son lúgubres, tristes y la burocracia ligada a estos lugares hace que uno sienta que más que ir a ver a un enfermo, uno va a un servicio técnico a preguntar por el estado de un artefacto descompuesto. Es un lugar deshumanizante, más si es un hospital público y tienes que lidiar con estos médicos de mierda que están ejerciendo ahí solo porque la beca con la que estudiaron ponía como condición trabajar un par de años en el servicio público.No es un buen lugar para morir y así lo he manifestado en innumerables veces a mis viejos. Porque cuando llegan estos momentos en donde ves el actuar de la muerte tan de cerca, piensas en la tuya. Piensas en cómo te gustaría morir y como no. Por ejemplo, siempre he admirado la muerte guerrillera, a lo Che Guevara, a lo Miguel Enriquez. Peleando por algo justo, con toda tu integridad y un halo de dignidad que el olor a pólvora dificilmente podría tapar. Quizá también sería ideal morir haciendo un deporte extremo, como saltando al vacío desde algún edificio de esos que se ven en los Emiratos Árabes, que tienen como mil pisos. En cambio, no quisiera morir como Hanz Pozo, descuartizado, o como el Guatón Romo, solo, repudiado por todos y pestilente. Morir de diabetes debe ser horrible, así como morir de calor. Porque odio el calor con toda mi alma. Preferiría morir de frio, pero en la Antártida, porque debe ser bonito ese lugar.

Lo ideal, en todo caso, es seguir con vida. Porque amo la vida. Por eso mismo, nunca me suicidaría. Tampoco me quemaría a lo bonzo en la plaza como Eduardo Miño, por muy justas que sean mis demandas, porque ya sabemos que a los poderosos poco le importan los trabajadores quemados. Menos sueldos que pagar. Morir ahogado sería fatal. Lo peor es que no se nadar. Tampoco sería agradable morir de aburrimiento, porque es una muerte lenta. Morir haciendo el amor es el sueño de todo hombre. También morir en un viaje de LSD. Dicen que morir de paro cardiaco es desesperante. Me lo han dicho personas que han vuelto a la vida luego de haber muerto, haber visto la luz y sentir el ruido del enfermero reanimando su cuerpo. Gente de diversa calaña, con luces y sombras que han coincidido en que quizá no exista el infierno, porque aquel túnel de luces hermosas y esa sensación de paz está en todos los relatos. Quien sabe. De todas formas, si existe el infierno, para allá se van todas las pornostar, las estrellas de rock, los intelectuales más destacados del ateismo y un montón de gente como uno que en más de una ocasión ha escupido en la cara de Dios. Con toda esa gente uno no se aburre como sí lo haría pasando toda una eternidad hablando de cosas buenas y bondadosas con Teresita de Los Andes.

Quien sabe, uno se puede morir en cualquier momento. Bueno, no creo que ahora porque estoy de vacaciones y nadie muere por descansar. Pero creo que debería dejar algunas cosas claras, por si acaso mañana amanezco tieso. Aprovecho de hacer algo así como mi testamento. Cosas que quiero al momento de exhalar mi último respiro.

Primero que nada, tengo un montón de instrumentos y algunos de ellos quiero regalarlos. Mi guitarra se la dan a la Naty, que es tan buena amiga y me apaña en todo pa salir a tocar. Mi charango viejo, déjenselo al Victor, que está aprendiendo a tocar. Mi otro charango, el Chasqui que me costó como 200 lucas, guárdenlo como recuerdo y después de 50 años, véndanlo como reliquia y van a ganar mucha plata. Mi flauta traversa, pa mi papá. Mis accesorios de percusión, pa mi hermana. Mi bongó, pa la Lili, pa su grupo reggae. Mi cámara canon, pa mi hermana. Los atrapasueños que me regaló la Mariana, que decoren la casa. Los libros dónenlo a alguna biblioteca popular. Los de teoría musical, pa alguien que esté estudiando música. Tengo un montón de monedas de diez pesos en una cajita. Son como 10 lucas en total. Cámbienlas y se los regalan a alguien. Mi notebook se lo dejo a mi mamá pa que pueda ver el diario LUN por internet. No quiero que me entierren en el cementerio. Por fa, crémenme y las cenizas las esparcen por algún parque con grandes árboles y mucho verde. Cosa que la gente que quiera ir a verme, pueda aprovechar, si quiere, de hacer un pic-nic.

Yo nunca he creído en los espíritus como creen las religiones. Yo creo más que nada en las energías que uno, como ser humano impregna a las cosas y a los lugares queridos. A veces estoy solo en mi casa y siento muchos ruidos. Se que es son las energías de mi abuela que aún rondan por la casa, pero también se que soy yo mismo abriendo el refrigerador, o mi hermana prendiendo la tele, o mi papá sentado en el comedor reflexionando acerca de lo duro de la vida. Por tanto, no puedo evitar seguir rondando incluso después de muerto. A las personas que se lleven algo mio, tendrán que aceptar que me llevan a mi también. Pero no se preocupen. Mis apariciones no van a ser mala onda, como la de esos viejos pencas que se van al otro mundo y se le aparecen a la familia para asustarlos, maldecirlos o llenarlos de presagios negativos para el futuro. No. Pucha... si me aparezco mientras tocas mi guitarra, es porque amo la música y me gusta compartirla con quien esté tocando. 

Hay que seguir con la buena onda, incluso en el más allá.




domingo, 10 de enero de 2016

Juan

 
Mirate La Mano Juan
Tiene Rios Que La Cruzan
Donde Flotan Mil Palabras
Como Barcos De Papel

Un Gitano Te Dirá
Lo Que Dice Tu Destino
Y Un Cartografo Vera
Las Fronteras De Tu Ser

Un Poeta Notará
El Reflejo De Su Ego
Y Un Lunatico Un Mamut
Frente A Un Juego De Ajedrez

Un Burgués Se Espantará
Descubriendo Comunismo
Y Un Esceptico Verá
Lo Que No Quiere Creer

Pero Juan
Que Miras Tu?

Ves El Polvo De Tus Dedos
Cuando El Trabajo Acaba
Las Palabras De Los Tontos
En La Televisión

Ves Tu Rostro En El Espejo
El Negro De Tus Botas
Ves El Peso De Tus Deudas
Las Ganas De Matar

¿Que Piensas Hacer?