viernes, 27 de febrero de 2015

Valentina Rima con Valentía


Valentina Maureira quiere morir. Tiene fibrosis quística, enfermedad maldita que la ha acompañado durante toda su vida. Una vida dentro de un hospital no es vida. Hacer amigos adentro y verlos morir es horrible. Para la familia, la historia de siempre: millones de pesos en deudas con una clínica que está en contra del aborto, ya sea por convicciones o porque en el fondo la defensa de la vida para ellos no es mas que un negocio muy lucrativo.

Valentina no quiere seguir viviendo. Grabó un video en youtube dirigido a Michelle Bachelet para que autorice su eutanasia. Anteriormente la familia ya había mandado un montón de cartas a la presidenta, las cuales no tuvieron respuestas concretas. Menos ahora, que está mas preocupada de arreglar las cagadas de su hijo, quien con lo que se embuchó podría financiar como veinte o treinta tratamientos. Cuando publicó el video, los fascistas del optimismo estilo Pilar Sordo saltaron como locos para criticarla. Que la vida es bella, que la vida es una sola... blablabla. Señores fascistas: la vida es la vida, y punto. Cada cual tiene una historia distinta, y creo que una vida realmente bella es una vida que se vive con dignidad. Ninguno de ustedes tiene la suficiente empatía humana para hablar de lo que es vivir. A ustedes, charlatanes motivacionales, les dedicaré un artículo especial mas tarde.

Los pechoños, los creyentes fervorosos le pidieron que no se rinda, que reze mucho para que Dios haga un milagro. La familia de Valentina necesita plata, no rezos, y hablando de milagros... discúlpenme, pero que yo sepa Dios no usa Redbanc. Dios no existe, y si existe, no está ni ahí con nosotros. Los creyentes son como mujeres golpeadas, que a pesar de todo, siguen al lado del femicida. Los políticos recién vienen a referirse al tema. Los diputados, no todos pero quizá el 90%, aparecen solo cuando hay que sacarse fotos con los clubes deportivos. Son una mierda total. Y los médicos... que mas puedo decir de los médicos... la mayoría en este país son unos maricones sonrientes sin vocación, que agrandan mas la sonrisa mientras mas ceros hayan en la cuenta de los pacientes. Los detesto. 

El panorama es desolador. Pero mas allá de eso, el gran dolor de Valentina es no ser comprendida. Creo que el hombre es libre tanto para vivir como para morir. Porque hay que aprender a vivir con la presencia de la muerte y aceptarla como una opción digna. Quien diga que Valentina no ha luchado está mal de la cabeza. Llevar durante 14 años una enfermedad catastrófica como esa ha sido una batalla que ella ha llevado con valentía.  Es la mujer mas valiente que pueda haber. Mas valiente que muchos de nosotros. ¿Pero acaso no es cansador vivir en una constante guerra? 

Saludos a Valentina.

martes, 24 de febrero de 2015

El Camino de Regreso


Ya parece que las ruedas de la micro van andando
O es acaso el paradero el que transita marcha atras
El camino de regreso es un camino pedregoso
Que te quema los zapatos como lava de un volcán.
Ya tomé de la champaña del quedar hablando solo
Ya comí el caviar de ser el invisible del lugar
Ya me voy para mi casa que esta fiesta es mas que un asco
Tengo un perro allá en el patio y lo debo alimentar.

Tal vez el asiento no se amolde al ancho de mi cuerpo
Y el vecino del pasillo no me dejará de hablar
El camino de regreso, retroceso necesario
Me convida a descubrir lo que debiera retomar.
No debí haber metido mi nariz en esta fosa
No debí haber usado de argumento la razón
Este sitio no es el tuyo, este sitio no te viene
Me lo va diciendo el taladrante ruido del motor.

jueves, 19 de febrero de 2015

Conocer gente, Conocerla a ella.

                                                           La carátula del disco que nos unió por un momento.

He vuelto a escribir en mi blog después de mucho tiempo. No había tenido ganas de escribir, porque honestamente sentí que la vida estuvo ahí, en lo palpable mas que en lo legible. Terminé mi ciclo universitario, soy profe de artes musicales, hice muchos amigos, con otros, los poquitos, corté relaciones. Tuve experiencias gratificantes musicalmente, tuve mucho tiempo para reflexionar acerca de mi propia vida e intenté retomar cosas que había dejado en el tintero. 

Una de las reflexiones que hice fue que a veces, al momento de formarse una opinión de alguien, te dejas guiar por la opinión de gente con problemas de relaciones sociales. Error. Si estos días he aprendido algo, es que para conocer a determinadas personas hay que atreverse a compartir con ellas. Sin opiniones externas. Por ejemplo, esta semana conocí a una chica que ama The Beatles, igual que yo. Otras personas me habían hablado mal de ella. Que era loca, que quería llamar la atención, que era demasiado colorida. Yo la amé. Ella creía que Let It Be era mejor disco que Sargent Pepper. Bueno, yo no estuve de acuerdo. También amaba a Lennon por sobre MacCartney. Y creía que el primer disco solista de Lennon, The plastic Ono Band, era uno de los mejores que había escuchado de los cuatro Beatles. También decía que Wings era mierda, y que eran tan malas las canciones que le llegaba a hacer sentido el mito de que McCartney había muerto.

Mientras mas la veía mas me recordaba a alguien. Perdida entre los debates intelectuales, en donde aportaba con su cuota de emocionalidad entre un montón de racionales filósofos, contando historias no tan graciosas que relatadas de su boca hacía que te partieras de la risa, estrafalaria, espontanea… con esa espontaneidad que estudiantes de teatro, hipsters, ecologistas, hippies perdidos de época intentan obtener y fracasan. Única. Era como La Maga, ese personaje de Rayuela, de Cortazar. Pensaba en su hija, que dormía arriba, en el dormitorio. Madre soltera y todo. Aperrada. De una vida dura, pero con una sonrisa tan amplia que uno pensaría que fuera su escudo. 

"¿Que es la muerte?" Preguntó. Nadie había conversado tan profundamente conmigo un tema así. Somos energías, no morimos, me decía ella. "¿Te gusta Nirvana?" Tenía razón: con un pito de los que andaba trayendo, cualquier grupo es Pink Floyd. "Inventé una canción", me contó. Era larga, hablaba de su vida como una catarsis. Colegio fuck, vida de campo, fuck, Madre, padre… fuck. Rasgueaba la guitarra como si se desquitara con ella. Me acordé de Lennon y su primer disco. Todo calza, pollo.

Me enamoré de ella, y es una lata no poder topármela todos los días. Apareció fugazmente. Ahora no se nada de ella. Quizá me la pille en el próximo carrete. Por mientras me aguanto el miedo social de los que se sienten tan ahogados por quienes los opacan que sienten la necesidad de extrapolar sus inseguridades al resto. 

Quisiera que se callaran.